Ámame encarnecidamente

Sara Ramos

«A lo largo de su vida, un ciudadano belga consumirá de media cinco vacas, siete ovejas, cuarenta y dos cerdos, ochocientos noventa y un pollos, cuarenta y tres pavos y veinticuatro conejos.»

Fotograma del documental

Fotograma del documental

Así comienza el documental Ámame encarnecidamente. El elocuente título (LoveMEATender) habla por sí solo: es una pieza de producción belga que narra desde un punto de vista bastante crítico en qué se ha convertido la producción cárnica actual. Y ese es el caso belga, imaginemos la cantidad de carne que se consume en España, dónde la población es cuatro veces mayor que en Bélgica.

La obra, de menos de una hora de duración, busca un estilo directo y sencillo, y en alguna ocasión juega con la ironía incluso; pese a que pueda parecer planteado como un documental de datos, sobrio y aséptico, han sabido darle un toque personal que, sin duda, lo hace mucho más entretenido.

El documental en un principio se centra en el cambio en la alimentación que ha habido en Occidente desde los años 60. De hecho, menciona estudios que revelan que en 2050 los países desarrollados comerán hasta 90 kg de carne por persona al año. En los últimos cincuenta años las pequeñas granjas familiares han ido desapareciendo y quebrando para dejar paso a enormes empresas cárnicas que cuentan con un ganado totalmente estabulado, que cuentan con el mínimo espacio y que se alimentan principalmente de piensos basados en soja y en maíz, en sustitución a la hierba, un cambio que trae consigo muchos más cambios de los que se creen, tanto en el medio ambiente como en nuestra salud. Estos problemas no se reducen al aumento generalizado de peso y al gran número de obesos que crece diariamente, sino que van más allá: el 18% de la selva amazónica ha sufrido las consecuencias, y también los propios animales son más propensos a coger enfermedades y epidemias (basta con pensar en los últimos años: vacas locas, gripe aviar, fiebre porcina…). Los animales han dejado de ser seres vivos para convertirse en un objeto más de la lista de la compra.

A pesar de que cuenta con imágenes bastante ilustrativas de las pésimas condiciones en las que tratan a algunos animales, lo cierto es que lo característico de este documental es utilizar imágenes más ligeras e incluso graciosas, incluso animaciones, para narrar la historia. No busca el impacto visual y tampoco se puede decir que se centre en señalar culpables, sino más bien cuenta con un tono positivo y optimista y anima al consumidor a tomar las riendas.